La crisis ha impulsado la
deuda pública en España, y no al revés. Ésta permanece en un nivel muy moderado
en el contexto europeo (por debajo de Alemania, Francia y muy inferior a la de
otros países afectados por la crisis financiera, como Grecia, Italia, Irlanda y
Portugal). Ha sido la deuda privada la que ha generado un problema de
financiación en la economía española -casi se triplicó de 1996 a 2010, alcanzando
el 211% del PIB. Éstas son algunas de las conclusiones del análisis elaborado
por UGT sobre el endeudamiento público y privado en la etapa expansiva y
durante la actual crisis económica.
El sindicato considera que el germen de
este endeudamiento privado (familias y sobre todo empresas) hay que situarlo en
los bajos tipos de interés y en el escaso rigor de las entidades financieras a
la hora de conceder préstamos y créditos, en especial en el sector
inmobiliario, durante la época de bonanza económica. Un modelo impulsado por el
entonces Gobierno del PP, que posteriormente el PSOE no corrigió, nos ha
llevado a la situación actual, y que es necesario cambiar, como viene
reclamando y denunciando UGT desde hace ya una década.
·
Durante la anterior etapa expansiva,
nuestro país redujo continuamente la deuda pública, que descendió durante once
años consecutivos (de 1996 a 2007).
·
En sentido contrario, en el mismo
período la deuda privada (familias y, sobre todo, empresas) creció sin parar,
como consecuencia de los bajos tipos de interés y del escaso rigor de las
entidades financieras a la hora de conceder préstamos y créditos, en especial
para el sector inmobiliario.
·
De este modo, al inicio de la crisis
(2007) la deuda pública española se situaba en un reducidísimo 36% del PIB, una
de las más bajas de la zona euro, mientras que la deuda privada alcanzaba ya el
188%.
·
Ha sido pues la deuda privada la que
ha generado un problema de financiación en la economía española, y no la
pública, como
interesadamente a veces se pretende transmitir.
·
La deuda del sector privado casi se
triplicó de 1996 a 2010, alcanzando el 211% del PIB. Es decir, las empresas y
las familias deben una cuantía equivalente a más de dos veces nuestro PIB. De
2004 a 2008 creció a un desmesurado ritmo anual medio de 20 puntos del PIB.
Desde entonces, como efecto conjunto de la restricción de crédito derivada de
la crisis, de los efectos de ésta sobre la renta disponible de hogares y
empresas y de la caída de expectativas, el endeudamiento privado prácticamente
ha dejado de crecer. Aunque sigue estando entre las más elevadas de la zona
euro.
·
Y es entonces, desde 2007, cuando la
deuda pública viene creciendo con fuerza, como consecuencia de las necesidades
de financiar el déficit generado por el aumento de gastos derivado del impacto
de la crisis y, especialmente, por la acusada caída de ingresos públicos que se
ha producido por el efecto conjunto del descenso de la actividad, la caída de
las rentas familiares y empresariales, la pérdida de confianza en el futuro y
un sistema fiscal anoréxico.
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Por todo ello, la deuda soberana ha
crecido de forma muy notable, hasta alcanzar en 2011 el 68,5% (es decir, que
casi se ha duplicado en cuatro años). Es decir, que la crisis ha impulsado la
deuda pública en España, y no al revés.
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Pese a ello, sigue estando en un
nivel muy moderado en el contexto europeo, por debajo del existente en países
como Alemania (81,3%) y Francia (85,8%), y muy inferior al que poseen otros
países también especialmente afectados por la crisis financiera, como Grecia
(165,3%), Italia (120,1%), Irlanda (108,2%) y Portugal (107,8%).
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No se trata de restar importancia a
la situación, que sin duda es preocupante debido a la creciente factura de los
intereses por el aumento de la prima de riesgo, sino de situar el análisis en
sus justos términos a la hora de atribuir responsabilidades en el surgimiento
de la crisis.
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La evidencia muestra que en nuestro
país no existió un problema de endeudamiento público, ni de tamaño desmesurado
del sector público o del volumen de su gasto, por lo que no se sitúan ahí las
soluciones a la crisis. Y que aún sigue siendo así, pese a que es cierto que
las dificultades han aumentado.
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La solución para volver a una senda de
moderación de la deuda pública no es continuar con la política de recortes, que
tiene los efectos contrarios de los que se pretende, sino compaginar la
austeridad que nuestro país ya practicaba con anterioridad a la crisis con el
imprescindible estímulo al crecimiento económico y la creación de empleo.
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Más crecimiento y más empleo es la
mejor forma de reducir el endeudamiento público y privado y de salir de la
crisis. Crecer para volver a ser austeros, y no al revés.
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